Esta semana
me quede bien impresionada con la luna tan brillante. Viendo como alumbraba la
noche con su belleza y dignidad, yo solo podía glorificar a Dios por Su
creación tan maravillosa. Mientras manejaba a casa una noche oscura, me puse a
pensar en el “trabajo” de la luna. Si lo piensas bien, honestamente, ¡la luna no
hace mucho! Esta allí colgada en el cielo, y lo único que tiene que lograr cada
noche es reflejar la luz del sol. ¡Nada más que eso! No tiene que trabajar para
producir su propia luz. No tiene que ir a buscar la luz… solo tiene que
reflejar lo que el sol le da.
Yo creo que
mi propósito en este mundo es de reflejar a Dios. Yo no soy capaz de crear mi
propia justicia igual como la luna no es capaz de producir su propia luz. Y
como la luna depende del sol, yo confié en Dios para mi salvación y miro a Él
para guiarme cada día. Yo tengo como mi meta en la vida: representar a Dios a los
demás. Hay muchos días que fallo y me equivoco mucho… pero sigo intentando.
Igual como
la luna solo refleja el sol, yo debo reflejar únicamente a Dios. Piénsalo así…
si Dios está en control siempre, y yo esto reflejando Su Verdad, entonces yo
debo tener paz y gozo… no preocupación y temor. Si Dios me hizo tal como soy, y
estoy reflejando Su Verdad, entonces yo debo estar contenta con mi apariencia y
confiada en Su plan. Pero, siendo honesta, hay veces que yo no reflejo a Dios. Si
no, yo veo a mi alrededor, y reflejo lo que veo allí. Si me falta dinero, me
preocupo y me desespero. Si un amigo(a) me maltrata, me deprimo o me pongo
molesta. ¿Ves lo que te digo? En vez de reflejar a Dios y Su verdad en esas
situaciones yo estoy reflejando lo que veo alrededor mío.
La luna no
tiene opción. Para brillar en la noche, si o si tiene que reflejar el sol. Pero
tú y yo si tenemos opción. ¿A Quien vas a reflejar con tu vida?
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